Los
finales de los 70 eran una mala época para The Clash. El cuerpo del punk se pudría
sin remedio, y antes que auto condenarse decidieron darle el tiro de gracia,
como medio de liberar su esencia y su espíritu. La irresistible curiosidad de sus miembros haría el resto. ¿Cómo lo
hicieron? Para no perder el espíritu de combate, su productor fue Guy Stevens.
¿Qué hicieron? Sacaron por plancha uno de los mejores discos de la historia.
“London
Calling”, editado en 1979, convierte a The Clash en la única banda que importa.
El álbum punk por excelencia no falla ni siquiera en la icónica portada: el
estilo del título remitía al disco debut del Rey Elvis Presley y la foto de
Paul Simonon haciendo bolsa su bajo Fender Precission exuda la rabia del
momento. El tema que da nombre al disco es un directo llamado a las armas y sus
guitarrazos son verdadera munición gruesa;
“Guns of Brixton” perfectamente podría ser cantada en una protesta
callejera; “Death or Glory” y “Revolution Rock” son auténticas declaraciones de
principios; “Spanish Bombs” es más para
una barricada que para un recital;
“Brand New Cadillac” le da una vuelta de tuerca al rockabilly y junto al resto
del álbum demuestra que el R&B, el pop, el reggae y todas las músicas pueden
sonar como rock puro si se cantan con la convicción necesaria. Súmele el
impecable “Train in vain” como broche de oro y que se obtiene: un clásico
imperecedero, abierto a todas las posibilidades y rebosante por completo de la
más pura ira punk.
Más allá
de toda la influencia que dejó, “London Calling” fue una real victoria del
instinto de supervivencia: era frecuente que Guy Stevens apareciera borracho a
las sesiones de grabación, arrojándole botellazos al grupo; Disgustado por un
acople del bajo, lanzó una escalera que de milagro no le rompe la cabeza a Paul
Simonon; El grupo quería tocar esas delicadas melodías que les quemaban las
manos…Stevens destrozó a hachazos las cuerdas del piano. Con frecuencia los
insultos y los sillazos volaban por el estudio…Y ahí se aprecia la tremenda
voluntad y determinación de The Clash. Terminar la grabación significaba
descartar la muerte: y entonces, solo quedaba la gloria.
Con
“London Calling”, The Clash le cantaron a una revolución que nunca llegó. Y
dejaron plasmada de manera única y magnífica esa especial magia de sus miembros
y ese inexplicable arco de estilos que se llamó, sencillamente, The Clash.