Eran
los fines de los 80 y corrían buenos vientos para los grupos de las Islas
Británicas. El recambio estaba listo y si el pasado la gloria les había
correspondido a bandas tan disímiles como Joy Division, New Order o The Smiths,
el presente era para The Cure o Echo & The Bunnymen. Y el futuro comenzaba
a fraguarse en la siempre fulgurante escena de Manchester, las noches de locura
y alegría del Club “The Hacienda”, la cultura de las nuevas drogas y el ascenso
de la música de baile.
The
Stone Roses estaban, pues, en el lugar y el momento adecuados. Sacaron lo mejor
de la herencia del pasado y, mezclándolo con su nueva y particular visión
musical, supieron augurar la fiesta que se venía.
El
tándem conformado por Ian Brown y John Squire, bien secundado por Gary
Mounfield y Alan Wren, demostraron en la práctica todo lo poderosa que puede
resultar unir la música de las pistas con unas buenas dosis de rock. Su 1º
álbum, el homónimo “The Stone Roses”, desde la portada anunciaba lisergia y
sicodelia llevada acorde los tiempos que corrían. Con Jackson Pollock y París
1968 como referencias directas, su disco debut estaba sencillamente repleto de
himnos. Ian Brown, haciendo gala de esa arrogancia juvenil que le
caracterizaba, cantaba con su elegante timbre de voz entre metálico y cálido;
John Squire manejaba a su gusto las 6 cuerdas, mientras que los ritmos eran muy
bien marcados por el bajo de Mani y las baquetas de Reni.
“I
wanna be adored” era la pieza ideal para iniciar con candidez un disco
innovador. “She bangs the drums”, “Elephant Stone”, “Made of Stone” o “Sugar
spun sister” lo subían a notable, mientras que la pista de baile quedaban cubiertas con “Shoot you
down”, “I am the resurrection”, “This is the one” y por supuesto, “Fools Gold”,
el himno por excelencia de fines de década.
Pero
tanta fiesta te puede hacer mal. The Stone Roses cayó en la mala prensa, las
rencillas internas, el exceso y el abuso de las drogas y finalmente en el caos
absoluto. Producto de lo anterior, su 2º disco saldría recién en 1994 (mismo
año en que hacía su debut Oasis) y a pesar de ser un álbum más que correcto,
solo cosechó un single de éxito (“Ten Storey Love Song”). Sus fans no le
perdonaron una segunda entrega menos brillante y les pasaron por el lado. La
desbandada final no se hizo esperar y la fiesta sin fin de Madchester, para The
Stone Roses, ya había concluido.