La
sonrisa de Tim Buckley en la portada (y el corcho en el ojo también) reflejaba
la alegría del cantautor por el buen momento que atravesaba. Después de su
homónimo debut dónde ya se dibujaban los rasgos del genio tras un puñado de
grandes canciones, en este segundo LP Buckley utilizó la máxima inspiración posible
y extremó aún más sus muy altos recursos para dejar una obra de arte de auténtica
calidad. Y hay que ver en qué época
estaba Buckley para dimensionar mejor los atributos de su disco. Porque
aquellos años, cuando el folk reinaba en gloria y majestad, no solo tenías a
Bob Dylan delante del pelotón. Pegados venían Paul Simon, Van Morrison, Leonard
Cohen, Cat Stevens, Jim Croce…hasta los menos afortunados Nick Drake, Phil Ochs,
Jackson C. Frank o Townes Van Zandt…
“Goodbye
and hello” fue editado en 1967. Cautivó a muchos, vendió bien y puso a Buckley
en el pelotón de avanzada de los cantautores del momento. Porque de principio a
fin, este disco brillante no falla. Desde el tema inicial “"No Man Can Find the War" hasta
el luminoso final que es "Morning Glory", el álbum rebosa de
canciones enormes: “I never asked to be your mountain” (dedicada en teoría a su
separación de Mary Gilbert, madre de Jeff Buckley) es de un ritmo enloquecido
tras una volcánica voz de Tim; “Carnival song” y “Knight errant”
sorprenden con esos toques renacentistas; “Pleasant Street” es una joya
perfecta, con unos toques de sutil ironía hacia la juventud del momento; “Once
I was” es de una melancolía desbordante con unas tomas vocales finas y
delicadas dónde Buckley se luce como quiere con su notable registro de tres octavas y
media; “Phantasmagoria in two” es el lado oscuro de Tim, más compleja y
barroca, pero genial en cada instante; La canción que da su nombre al álbum es
de una inspiración superior. En fin de cuentas, un disco inconmensurable que
sorprende por la variedad de registros, multifacético, que desborda sentimiento
en cada surco y que continua expandiendo su influencia día a día.
Pero
la vida le tenía deparadas sorpresas a Tim. Algunas buenas, otras muy
diferentes. Si bien los discos posteriores siguieron siendo de calidad (como
“Happy sad” o “Greetings from L.A.”) las inquietudes musicales de Tim fueron
cada vez menos valoradas. “Lorca”, “Starsailor”, “Sefronia” o “Look at the
fool” a pesar de su alto nivel fueron menguando el interés del público en Tim
Buckley y el abatimiento y el desánimo fueron tan marcados que causaron su
caída personal. El 29 de junio de 1975 Tim Buckley de 28 años yacía muerto,
producto de la ingesta de drogas y alcohol, dejando tras de sí un legado
musical brillante tras su final trágico. El mismo sino que, años después, se
haría carne en su hijo Jeff.