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viernes, 8 de agosto de 2014

Tim Buckley "Goodbye and hello"


La sonrisa de Tim Buckley en la portada (y el corcho en el ojo también) reflejaba la alegría del cantautor por el buen momento que atravesaba. Después de su homónimo debut dónde ya se dibujaban los rasgos del genio tras un puñado de grandes canciones, en este segundo LP Buckley utilizó la máxima inspiración posible y extremó aún más sus muy altos recursos para dejar una obra de arte de auténtica calidad.  Y hay que ver en qué época estaba Buckley para dimensionar mejor los atributos de su disco. Porque aquellos años, cuando el folk reinaba en gloria y majestad, no solo tenías a Bob Dylan delante del pelotón. Pegados venían Paul Simon, Van Morrison, Leonard Cohen, Cat Stevens, Jim Croce…hasta los menos afortunados Nick Drake, Phil Ochs, Jackson C. Frank o Townes Van Zandt…
“Goodbye and hello” fue editado en 1967. Cautivó a muchos, vendió bien y puso a Buckley en el pelotón de avanzada de los cantautores del momento. Porque de principio a fin, este disco brillante no falla. Desde el tema inicial “"No Man Can Find the War" hasta el luminoso final que es "Morning Glory", el álbum rebosa de canciones enormes: “I never asked to be your mountain” (dedicada en teoría a su separación de Mary Gilbert, madre de Jeff Buckley) es de un ritmo enloquecido tras una volcánica voz de Tim; “Carnival song” y “Knight errant” sorprenden con esos toques renacentistas; “Pleasant Street” es una joya perfecta, con unos toques de sutil ironía hacia la juventud del momento; “Once I was” es de una melancolía desbordante con unas tomas vocales finas y delicadas dónde Buckley se luce como quiere con su notable registro de tres octavas y media; “Phantasmagoria in two” es el lado oscuro de Tim, más compleja y barroca, pero genial en cada instante; La canción que da su nombre al álbum es de una inspiración superior. En fin de cuentas, un disco inconmensurable que sorprende por la variedad de registros, multifacético, que desborda sentimiento en cada surco y que continua expandiendo su influencia día a día.
Pero la vida le tenía deparadas sorpresas a Tim. Algunas buenas, otras muy diferentes. Si bien los discos posteriores siguieron siendo de calidad (como “Happy sad” o “Greetings from L.A.”) las inquietudes musicales de Tim fueron cada vez menos valoradas. “Lorca”, “Starsailor”, “Sefronia” o “Look at the fool” a pesar de su alto nivel fueron menguando el interés del público en Tim Buckley y el abatimiento y el desánimo fueron tan marcados que causaron su caída personal. El 29 de junio de 1975 Tim Buckley de 28 años yacía muerto, producto de la ingesta de drogas y alcohol, dejando tras de sí un legado musical brillante tras su final trágico. El mismo sino que, años después, se haría carne en su hijo Jeff.